El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lloró ante la multitud que desbordó Brasilia cuando habló de la desigualdad, luego de recibir esta tarde la banda presidencial de manos de una mujer negra y rodeado por representantes del pueblo, ante la negativa del mandatario saliente, Jair Bolsonaro, de hacer el traspaso del mando, y apuntó a la reconciliación social cuando prometió “gobernar para 215 millones”.
“Voy a gobernar para 215 millones de brasileras y brasileros y no solo para quienes votaron por mí”, prometió Lula en su discurso en el parlatorio del Palacio del Planalto, sede del gobierno de Brasil.
“A nadie le interesa un país viviendo en pie de guerra”, agregó y pidió terminar con las “bombas y las fake news”.
“La necesidad de unir al país, somos un único país, un único pueblo, somos todos brasileros”, insistió.
Brasil no tiene un Ministerio de Reconciliación Nacional, como lo tienen países como Siria, y tampoco es Siria, pero la idea de una rivalidad social como una herida que sangra parece ser la lectura del mandatario sobre el legado de Bolsonaro.
Aline Sousa, una mujer negra de 33 años, fue la encargada de cruzarle el símbolo presidencial -una tradición instituida desde 1910- acompañada por el cacique Raoni Metuktire, de 90 años, líder del pueblo Kayapó; además de un metalúrgico, un profesor, una cocinera, un hombre con parálisis cerebral, un artesano y un niño.